ENTREVISTA _

Entrevista a Jesús de la Iglesia

MLL. En tu trabajo se intuye una clara referencia a la historia de la pintura, desde los grandes maestros hasta la actualidad. Tradición y nuevas tecnologías parecen ir de la mano. ¿Qué sentido tiene este binomio en tu proceso de creación?

JDLI. Cuando veo las obras de los grandes maestros de la Edad Media, del Renacimiento o del Barroco, percibo que son tan contemporáneos a mí como cualquier artista actual. Su mirada sigue siendo contemporánea. Es curioso que cuando comencé la carrera de Bellas Artes mi obsesión eran los museos y obras de arte contemporáneo; y al terminarla mi mirada cambió y con ella el centro de mi obsesión; ahora voy al Prado y puedo pasarme horas contemplando un cuadro de El Greco, de Rubens o de Fra Angélico. Existe algo en esas pinturas que antes no veía, y que quizá el arte contemporáneo me ha ayudado a admirar en toda su profundidad, es algo extraño, difícil de explicar. También me ha pasado con la música clásica. Hace unos años me obsesioné con Mahler, podía tararear sus sinfonías casi de memoria, pero lo curioso es que en vez de progresar hacia Shostakovich, Bartók o Ligeti, ahora escucho casi exclusivamente a J. S. Bach, y no veo grandes diferencias entre una música y otra en términos de contemporaneidad.

MLL. La mayor parte de las veces te presentas a través de instalaciones audiovisuales. He leído ‘concepto de obra total’ en alguno de tus textos. ¿De qué manera este pensamiento envuelve a tu trabajo?

JDLI. Este es un concepto complejo, cuando trabajas con estrategias multimedia corres el riego de convertirte en un prestidigitador; en una especie de director cinematográfico pero con mono de trabajo. Acabas haciendo de todo, desde cortar y pelar cables, pintar paredes, serrar maderas, reparar altavoces…, hasta editar un vídeo con tecnología de última generación. Siempre con el tiempo al cuello y con mil ojos, ya que unas horas después un grupo numeroso de espectadores circularán alrededor de tu obra, y serán receptores y participantes de todo un dispositivo audiovisual que debe funcionar como un reloj. Puede ser bastante estresante, pero sobre todo se aprende mucho.

MLL. Me llama la atención el sonido de tus video-instalaciones. En ocasiones se desvanece, o incluso es inexistente. Este aparente ‘silencio’ lo conecto rápidamente con la limpieza, síntesis y exquisitez en el acabado de tus piezas. ¿Qué hay de cierto en todo esto?

JDLI. Es curioso que me preguntes por el sonido porque sigo pensando que es una de mis asignaturas pendientes. Como amateur aficionado a tocar el piano y a los programas de edición de música, el sonido es un elemento al que siempre he respetado y deseado para mi obra. Pero es quizá mi interés por la precisión y la síntesis formal y conceptual lo que actúa como filtro y me hace ser muy exigente con los parámetros que construyen cada pieza. Si sobra algo, el espectador lo nota, y si falta, lo sabe sobre todo el artista.

MLL. Vinculada a la pregunta anterior, está el tratamiento que haces del tiempo, tanto en la emisión como en la posterior contemplación por parte del espectador. Se trata de un tiempo a fuego lento, a veces una lentitud llevada al extremo. Imagen en movimiento casi fotográfica. ¿Qué puedes decir al respecto?

JDLI. El tiempo es un concepto fascinante y su estudio es quizá uno de los principales motivos por los que he apostado por el vídeo y por las nuevas tecnologías como medios de representación. Me interesa especialmente cómo esta variable ha sido gestionada por la historia del arte en casi todas sus manifestaciones; desde los frescos de Giotto a los trípticos y polípticos flamencos de Jan Van Eyck, pasando por las escenas “cinematográficas” de Caravaggio, hasta su investigación en pinturas como la serie de la Catedral de Rouen de Monet; o más recientemente en los lienzos de Antonio López. Y como no, hasta llegar a uno de mis referentes fundamentales, Bill Viola. Concibo al tiempo como un material más, actuando dentro de la obra -quizá sea más acertado hablar del binomio espacio-tiempo- y a la cámara de vídeo como el médium perfecto para intentar abordarlo. De todas formas, creo que con la pintura, hasta en sus códigos más abstractos y geométricos, se puede igualmente investigar y avanzar hacia lecturas apasionantes; es por ello que nunca cierro puertas al resto de disciplinas artísticas, todo lo contrario, apuesto por la transversalidad y experimentación entre las técnicas tradicionales y la nuevas tecnologías de representación del arte.

MLL. Y ya para finalizar, me gustaría subrayar la complejidad en tus montajes de piezas ‘in situ’. Me imagino que cuentas con un equipo detrás. ¿Alguna anécdota confesable? ¿Qué hay en la trastienda?

JDLI.Tengo la enorme suerte de contar con un verdadero especialista en cuestiones técnicas, mi hermano Julio. Cuando se trabaja con proyecciones multicanal o pantallas de alta definición, con cámaras profesionales de fotografía y vídeo, software especializado, etc, es fundamental estar al día. La tecnología requiere una dedicación constante y tener una mente abierta a los nuevos dispositivos que van llegando; y esta tarea en solitario puede ser verdaderamente ardua, sobre todo cuando se quiere controlar todo el proceso de creación y no delegar en estudios de rodaje o postproducción, a menos que sea estrictamente necesario. ¿Anécdotas? Muchas, y todas tienen que ver con contratiempos de última hora. Pero lo cierto es que llegado el momento crítico las piezas parecen encajar, se apagan las luces, se abre el telón y todo empieza a funcionar.

Entrevista realizada  por Marta López López.

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